AGRO 2.0

AGRO20 Cambio climático amenaza agua y alimentos en Antigua y Barbuda

Con sus islas desprovistas de ríos y arroyos, desde hace siglos los agricultores de Antigua y Barbuda construyen represas y estanques  y recolectan agua de lluvia para irrigar sus cultivos y dar de beber a sus animales.

Pero en la actualidad, el cambio climático les plantea varios desafíos. Las tormentas más fuertes y más frecuentes suelen destruir los árboles que rodean las cuencas así como el césped, que contribuyen a disminuir la evaporación.

“Desde el huracán Luis de 1995 tuvimos muchas pérdidas”, dijo a IPS un responsable de extensión agrícola de Antigua, Owolabi Elabanjo. “Sufrimos mucho el impacto en algunas de nuestras mini presas o estanques a causa de los huracanes y de algunas tormentas”, remarcó.

En septiembre de 1995, el huracán Luis, con categoría cuatro en una escala de cinco, atravesó Barbuda y provocó una situación catastrófica en Antigua y en las islas vecinas de San Bartolomé, San Martín y Anguila.

El ciclón dejó 19 personas muertas, casi 70.000 sin hogar, y los daños materiales ascendieron a 3.000 millones de dólares. Todas las playas de Antigua y Barbuda quedaron erosionadas por la fuerza de las olas generadas por el huracán.

El agua es uno de los elementos más importantes para la producción agrícola, indicó Elabanjo.

Pero es un recurso escaso, observó, por lo tanto, caro, y no solo para la agricultura, sino también en el ámbito doméstico.

El Ministerio de Agricultura trabaja junto con la Autoridad de Servicios Públicos de Antigua y con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para capacitar a los agricultores en la recolección de agua y en la creación de mejores oportunidades para su uso, indicó Elabanjo.

“Si, en serio, queremos fortalecer la seguridad alimentaria y reducir el gasto de alimentos importados, debemos hacer algo respecto del agua”, subrayó.

<B>Agua y agricultura</B>

La representante de FAO en Guyana, Lystra Fletcher-Paul, señaló que una de las cuestiones clave de la gestión hídrica es que el recurso esté disponible para la agricultura.

“En varios países, la prioridad siempre es tener agua para uso doméstico, para la salud y para la industria, y si queda algo va para la agricultura”, dijo a IPS.

“No se puede hablar en serio sobre seguridad alimentaria si el agua para la agricultura va a ser la última prioridad. Se debe tener una estrategia que diga: ‘tengamos o no sequía, la agricultura va a recibir tanta cantidad de agua’”, opinó.

Fletcher-Paul indicó que la FAO ayuda a los países de la región en la gestión del recurso. En el caso de Antigua y Barbuda, la organización trabaja con las autoridades desde 1991 para mejorar la gestión de la tierra y el agua, puntualizó.

Antigua y Barbuda fue uno de los ocho países que se beneficiaron en 2008 de un estudio de viabilidad para la recolección de agua de lluvia, a cargo del Instituto de Investigación y Desarrollo Agrícola del Caribe, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y el Banco de Desarrollo del Caribe.

El estudio concluyó que la recolección de agua era muy factible en Antigua porque la isla recibe un promedio de 750 milímetros de lluvias al año.

Fletcher-Paul subrayó la importancia  de contar un plan de gestión de desastres para el sector agrícola.

La protección debe pensarse con mucho tiempo antes de la temporada de huracanes o con poca antelación, indicó, con medidas como plantar árboles alrededor de represas o césped para ayudar a que el suelo se agarre.

<B>2.010 árboles</B>

El ministro antiguano de Agricultura, Hilson Baptiste, dijo a IPS que este país se toma en serio el cambio climático.

En el marco del Proyecto Cambio Climático, el ministerio, y específicamente su división de ambiente, lleva adelante una iniciativa para combatir la deforestación, un árbol a la vez.

El objetivo del proyecto, lanzado en 2010, fue plantar 2.010 árboles. Tres años después, “plantamos más en Antigua que cualquier otro país del Caribe”, presumió.

Todos los años, se propone a los escolares la actividad de plantar árboles y siembran entre 5.000 y 6.000.

Cada Día del Árbol, el 29 de agosto, “entregamos medio millón de plantas a las escuelas, grupos comunitarios y eclesiales para estimular a la ciudadanía a plantar árboles”, explicó Baptiste. “Se siembran naranjos, aguacateros, árbol de pan y de mango”, añadió.

El ministro dijo que, tras observar las consecuencias del cambio climático en la producción agrícola, Antigua y Barbuda no tiene más remedio que intensificar sus esfuerzos para mitigar las consecuencias.

También remarcó que ni un solo árbol se destruye en el proceso de producción de alimentos.

“La agricultura se desarrolla entre un bosque y otro y, a veces, debajo de ellos. No se destruye ninguno para facilitar la agricultura”, dijo.

El subdirector del Ministerio de Agricultura, Ashley Joseph, coincidió en que el ambiente no debe sufrir por la producción de alimentos.

“Si no proteges el ambiente, con el tiempo, la producción disminuirá, por lo que hay que tomarlo en cuenta a la hora de producir”, subrayó.

Por ejemplo, el gobierno capacita a los agricultores y ganaderos sobre el pastoreo.

“Cuando el pastoreo es excesivo, el césped y la vegetación se agotan”, explicó Joseph. “Y cuando pasa eso, el suelo queda pelado y, con la lluvia, el agua arrastra la capa superficial y la producción es cada vez menor”, añadió

fuente ipsnoticias

Con sus islas desprovistas de ríos y arroyos, desde hace siglos los agricultores de Antigua y Barbuda construyen represas y estanques  y recolectan agua de lluvia para irrigar sus cultivos y dar de beber a sus animales.

Pero en la actualidad, el cambio climático les plantea varios desafíos. Las tormentas más fuertes y más frecuentes suelen destruir los árboles que rodean las cuencas así como el césped, que contribuyen a disminuir la evaporación.

“Desde el huracán Luis de 1995 tuvimos muchas pérdidas”, dijo a IPS un responsable de extensión agrícola de Antigua, Owolabi Elabanjo. “Sufrimos mucho el impacto en algunas de nuestras mini presas o estanques a causa de los huracanes y de algunas tormentas”, remarcó.

En septiembre de 1995, el huracán Luis, con categoría cuatro en una escala de cinco, atravesó Barbuda y provocó una situación catastrófica en Antigua y en las islas vecinas de San Bartolomé, San Martín y Anguila.

El ciclón dejó 19 personas muertas, casi 70.000 sin hogar, y los daños materiales ascendieron a 3.000 millones de dólares. Todas las playas de Antigua y Barbuda quedaron erosionadas por la fuerza de las olas generadas por el huracán.

El agua es uno de los elementos más importantes para la producción agrícola, indicó Elabanjo.

Pero es un recurso escaso, observó, por lo tanto, caro, y no solo para la agricultura, sino también en el ámbito doméstico.

El Ministerio de Agricultura trabaja junto con la Autoridad de Servicios Públicos de Antigua y con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para capacitar a los agricultores en la recolección de agua y en la creación de mejores oportunidades para su uso, indicó Elabanjo.

“Si, en serio, queremos fortalecer la seguridad alimentaria y reducir el gasto de alimentos importados, debemos hacer algo respecto del agua”, subrayó.

<B>Agua y agricultura</B>

La representante de FAO en Guyana, Lystra Fletcher-Paul, señaló que una de las cuestiones clave de la gestión hídrica es que el recurso esté disponible para la agricultura.

“En varios países, la prioridad siempre es tener agua para uso doméstico, para la salud y para la industria, y si queda algo va para la agricultura”, dijo a IPS.

“No se puede hablar en serio sobre seguridad alimentaria si el agua para la agricultura va a ser la última prioridad. Se debe tener una estrategia que diga: ‘tengamos o no sequía, la agricultura va a recibir tanta cantidad de agua’”, opinó.

Fletcher-Paul indicó que la FAO ayuda a los países de la región en la gestión del recurso. En el caso de Antigua y Barbuda, la organización trabaja con las autoridades desde 1991 para mejorar la gestión de la tierra y el agua, puntualizó.

Antigua y Barbuda fue uno de los ocho países que se beneficiaron en 2008 de un estudio de viabilidad para la recolección de agua de lluvia, a cargo del Instituto de Investigación y Desarrollo Agrícola del Caribe, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y el Banco de Desarrollo del Caribe.

El estudio concluyó que la recolección de agua era muy factible en Antigua porque la isla recibe un promedio de 750 milímetros de lluvias al año.

Fletcher-Paul subrayó la importancia  de contar un plan de gestión de desastres para el sector agrícola.

La protección debe pensarse con mucho tiempo antes de la temporada de huracanes o con poca antelación, indicó, con medidas como plantar árboles alrededor de represas o césped para ayudar a que el suelo se agarre.

<B>2.010 árboles</B>

El ministro antiguano de Agricultura, Hilson Baptiste, dijo a IPS que este país se toma en serio el cambio climático.

En el marco del Proyecto Cambio Climático, el ministerio, y específicamente su división de ambiente, lleva adelante una iniciativa para combatir la deforestación, un árbol a la vez.

El objetivo del proyecto, lanzado en 2010, fue plantar 2.010 árboles. Tres años después, “plantamos más en Antigua que cualquier otro país del Caribe”, presumió.

Todos los años, se propone a los escolares la actividad de plantar árboles y siembran entre 5.000 y 6.000.

Cada Día del Árbol, el 29 de agosto, “entregamos medio millón de plantas a las escuelas, grupos comunitarios y eclesiales para estimular a la ciudadanía a plantar árboles”, explicó Baptiste. “Se siembran naranjos, aguacateros, árbol de pan y de mango”, añadió.

El ministro dijo que, tras observar las consecuencias del cambio climático en la producción agrícola, Antigua y Barbuda no tiene más remedio que intensificar sus esfuerzos para mitigar las consecuencias.

También remarcó que ni un solo árbol se destruye en el proceso de producción de alimentos.

“La agricultura se desarrolla entre un bosque y otro y, a veces, debajo de ellos. No se destruye ninguno para facilitar la agricultura”, dijo.

El subdirector del Ministerio de Agricultura, Ashley Joseph, coincidió en que el ambiente no debe sufrir por la producción de alimentos.

“Si no proteges el ambiente, con el tiempo, la producción disminuirá, por lo que hay que tomarlo en cuenta a la hora de producir”, subrayó.

Por ejemplo, el gobierno capacita a los agricultores y ganaderos sobre el pastoreo.

“Cuando el pastoreo es excesivo, el césped y la vegetación se agotan”, explicó Joseph. “Y cuando pasa eso, el suelo queda pelado y, con la lluvia, el agua arrastra la capa superficial y la producción es cada vez menor”, añadió

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Con sus islas desprovistas de ríos y arroyos, desde hace siglos los agricultores de Antigua y Barbuda construyen represas y estanques  y recolectan agua de lluvia para irrigar sus cultivos y dar de beber a sus animales.

Pero en la actualidad, el cambio climático les plantea varios desafíos. Las tormentas más fuertes y más frecuentes suelen destruir los árboles que rodean las cuencas así como el césped, que contribuyen a disminuir la evaporación.

“Desde el huracán Luis de 1995 tuvimos muchas pérdidas”, dijo a IPS un responsable de extensión agrícola de Antigua, Owolabi Elabanjo. “Sufrimos mucho el impacto en algunas de nuestras mini presas o estanques a causa de los huracanes y de algunas tormentas”, remarcó.

En septiembre de 1995, el huracán Luis, con categoría cuatro en una escala de cinco, atravesó Barbuda y provocó una situación catastrófica en Antigua y en las islas vecinas de San Bartolomé, San Martín y Anguila.

El ciclón dejó 19 personas muertas, casi 70.000 sin hogar, y los daños materiales ascendieron a 3.000 millones de dólares. Todas las playas de Antigua y Barbuda quedaron erosionadas por la fuerza de las olas generadas por el huracán.

El agua es uno de los elementos más importantes para la producción agrícola, indicó Elabanjo.

Pero es un recurso escaso, observó, por lo tanto, caro, y no solo para la agricultura, sino también en el ámbito doméstico.

El Ministerio de Agricultura trabaja junto con la Autoridad de Servicios Públicos de Antigua y con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para capacitar a los agricultores en la recolección de agua y en la creación de mejores oportunidades para su uso, indicó Elabanjo.

“Si, en serio, queremos fortalecer la seguridad alimentaria y reducir el gasto de alimentos importados, debemos hacer algo respecto del agua”, subrayó.

<B>Agua y agricultura</B>

La representante de FAO en Guyana, Lystra Fletcher-Paul, señaló que una de las cuestiones clave de la gestión hídrica es que el recurso esté disponible para la agricultura.

“En varios países, la prioridad siempre es tener agua para uso doméstico, para la salud y para la industria, y si queda algo va para la agricultura”, dijo a IPS.

“No se puede hablar en serio sobre seguridad alimentaria si el agua para la agricultura va a ser la última prioridad. Se debe tener una estrategia que diga: ‘tengamos o no sequía, la agricultura va a recibir tanta cantidad de agua’”, opinó.

Fletcher-Paul indicó que la FAO ayuda a los países de la región en la gestión del recurso. En el caso de Antigua y Barbuda, la organización trabaja con las autoridades desde 1991 para mejorar la gestión de la tierra y el agua, puntualizó.

Antigua y Barbuda fue uno de los ocho países que se beneficiaron en 2008 de un estudio de viabilidad para la recolección de agua de lluvia, a cargo del Instituto de Investigación y Desarrollo Agrícola del Caribe, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y el Banco de Desarrollo del Caribe.

El estudio concluyó que la recolección de agua era muy factible en Antigua porque la isla recibe un promedio de 750 milímetros de lluvias al año.

Fletcher-Paul subrayó la importancia  de contar un plan de gestión de desastres para el sector agrícola.

La protección debe pensarse con mucho tiempo antes de la temporada de huracanes o con poca antelación, indicó, con medidas como plantar árboles alrededor de represas o césped para ayudar a que el suelo se agarre.

<B>2.010 árboles</B>

El ministro antiguano de Agricultura, Hilson Baptiste, dijo a IPS que este país se toma en serio el cambio climático.

En el marco del Proyecto Cambio Climático, el ministerio, y específicamente su división de ambiente, lleva adelante una iniciativa para combatir la deforestación, un árbol a la vez.

El objetivo del proyecto, lanzado en 2010, fue plantar 2.010 árboles. Tres años después, “plantamos más en Antigua que cualquier otro país del Caribe”, presumió.

Todos los años, se propone a los escolares la actividad de plantar árboles y siembran entre 5.000 y 6.000.

Cada Día del Árbol, el 29 de agosto, “entregamos medio millón de plantas a las escuelas, grupos comunitarios y eclesiales para estimular a la ciudadanía a plantar árboles”, explicó Baptiste. “Se siembran naranjos, aguacateros, árbol de pan y de mango”, añadió.

El ministro dijo que, tras observar las consecuencias del cambio climático en la producción agrícola, Antigua y Barbuda no tiene más remedio que intensificar sus esfuerzos para mitigar las consecuencias.

También remarcó que ni un solo árbol se destruye en el proceso de producción de alimentos.

“La agricultura se desarrolla entre un bosque y otro y, a veces, debajo de ellos. No se destruye ninguno para facilitar la agricultura”, dijo.

El subdirector del Ministerio de Agricultura, Ashley Joseph, coincidió en que el ambiente no debe sufrir por la producción de alimentos.

“Si no proteges el ambiente, con el tiempo, la producción disminuirá, por lo que hay que tomarlo en cuenta a la hora de producir”, subrayó.

Por ejemplo, el gobierno capacita a los agricultores y ganaderos sobre el pastoreo.

“Cuando el pastoreo es excesivo, el césped y la vegetación se agotan”, explicó Joseph. “Y cuando pasa eso, el suelo queda pelado y, con la lluvia, el agua arrastra la capa superficial y la producción es cada vez menor”, añadió

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