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Hace casi 90 años, el austríaco Rudolphe Steiner dio un curso sobre una nueva manera de cultivar la tierra que replanteó los procesos a un grupo de agricultores preocupados con el futuro de los cultivos. Su enfoque fue el de tratar la tierra como algo espiritual que es posible estimular a través de las energías del cosmos y no solo como algo orgánico. Habló y más tarde publicó un libro con este material (“The Agriculture Course”, 1924) que trata de agricultura, en general, pero también de medicina, arquitectura, educación, etc. El movimiento que Steiner defendía –la antroposofía- engloba todo y mira el universo como un ente espiritual. Lo que hoy se aplica en el viñedo es una interpretación vitícola de los principios extraídos de su libro y que su discípula Maria Thun desarrolló en un calendario de labores agrícolas que se publica anualmente. 

El actual pope del biodinamismo es el viticultor francés Nicolás Joly , propietario de uno de los viñedos más antiguos del mundo (Coulée de Serrant). Escribió “Le vin du ciel à la terre” tras su experiencia de 15 años convirtiendo su viñedo en biodinámico y defiende estas prácticas con la fe del converso, porque permite “conseguir magníficos vinos… permitiendo al vino dar una expresión de la personalidad del terreno, un terreno que a su vez refleja las fuerzas de la atmósfera y el cosmos”.

La biodinámica es la agricultura ecológica estricta que defiende la actividad bacteriana del suelo y el equilibrio del ecosistema labrando la tierra según los ciclos de la luna y la posición de los planetas, e interrelacionándolos con los minerales, los animales y las personas a un ritmo marcado por el cosmos. Proclaman que si éstos tienen influencia sobre las mareas ¿por qué no la iban a tener sobre la tierra? Básicamente, se trata de elaborar el propio compost, de utilizar estiércoles fermentados, purines, macerados de plantas y abonos verdes con rotaciones y cultivos asociados. Fomenta la presencia de flora y fauna autóctona integrándolas en las áreas de cultivo donde es preciso mantener la cobertura del suelo. Todo esto, con la convivencia de ganado que ayude a seguir el ciclo completo, autoabasteciéndose en todas las fases. El enriquecimiento del suelo -al que se refieren como su fertilidad- se hace a través del uso de preparados que lo vivifican y son los que llaman la atención de la comunidad científica.  Éstos se hacen con ceniza, hierbas, plantas o como el “preparado 500” que consiste en enterrar un cuerno de vaca lleno de estiércol durante el verano para desenterrarlo más tarde y diluir su contenido en gran cantidad de agua con la que se rocía el viñedo tras haberlo agitado primero en el sentido de las agujas del reloj y luego al contrario. Estos preparados aparentemente esotéricos, van dirigidos presuntamente a incrementar los microorganismos del terreno.

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Las preguntas sobre la eficacia de los procedimientos dada la bajísima concentración del preparado es motivo de continua discusión. Claude Bourguignon, reconocido experto en terruños y uno de los viticultores más importantes del mundo, no ve diferencias de este tratamiento frente a otros en los niveles superiores del suelo, sin embargo, admite que a mayor profundidad sí se aprecia mayor actividad biológica. El cuerno de estiércol es muy rico en vida microbiana y contribuye a aumentar también los elementos como potasio, boro y magnesio.

Actualmente hay poco biodinámico español porque no hay viticultor dispuesto a perder una cosecha por no tratarla, aunque muchos sí aplican prácticas biodinámicas puntuales. Se aprovechan las fases de la luna para algunas labores (poda de viñas jóvenes con luna creciente y menguante para las más viejas) o se realizan las trasiegas con luna llena (coincidiendo con presión atmosférica alta) cosa que ya hacían los viejos.  Todo esto, como reacción a un período de abuso de herbicidas en un afán por terminar con las plagas pero que termina deteriorando un suelo vivo, lo que fuerza a recurrir a abonos químicos nuevamente para devolverle riqueza al terreno, en una espiral sin fin.

El único reconocimiento posible de que un vino ha sido elaborado siguiendo las prácticas biodinámicas, es que tenga una certificación Demeter visible en el etiquetado.

fuente cincodias

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