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AGRO20 CUBA El Playón, el pueblo para el que la basura es una oportunidad

Mientras en Bucaramanga se debate cuál será el sitio de disposición final de residuos ante el cierre de El Carrasco y los entes de control lanzan alertas a los mandatarios locales por el vencimiento de los términos pactados para solucionar esta problemática, que se presenta desde 2005.

Mientras se define cuál de las 10 propuestas de implementación de tecnología para la disposición y clasificación de residuos sólidos, presentadas mediante convocatoria pública al Área Metropolitana de Bucaramanga, es la ideal para procesar las más de 900 toneladas de residuos que a diario entran a El Carrasco, provenientes de 17 municipio de la región.

Y mientras se vence el plazo dado para culminar la emergencia sanitaria, el 30 de septiembre de este año, y se estudian nuevos escenarios para la disposición de residuos, en El Playón, población ubicada a hora y media de Bucaramanga, la comunidad y sus mandatarios han logrado generar cambios importantes, principalmente para el medioambiente.

Hoy, con maquinaria diseñada según las necesidades de la planta de tratamiento y sus operarios, la conciencia en materia de reciclaje y conservación de los recursos y de la mano de instituciones como el Sena, El Playón procesa el 70% de los residuos que desechan los 13 mil ciudadanos que habitan el casco urbano y la zona rural.

 Cuenta con procesos que permiten la recolección, separación, reciclaje y reutilización de distintos materiales, imitando a ciudades que son ejemplo en el mundo por los bajos índices de contaminación, la cultura del reciclaje y la apertura de ‘empresas verdes’, como Curitiba, Brasil, que recicla el 90% de sus residuos, y San Francisco, Estados Unidos, que procesa el 77% de sus basuras.

En El Playón no se ven canecas azules, verdes y grises colgadas en las calles y mucho menos se compran en los hogares para la separación de residuos. Basta con un balde viejo o un costal de plástico para hacer este proceso. Tampoco se observan montañas de basura en las esquinas ni a hombres que corren detrás de modernos vehículos recolectores.

La labor de recolección se hace puerta a puerta, durante cuatro veces a la semana: dos días para la recolección de residuos orgánicos y otros dos para residuos que se pueden reciclar.

Y para rematar, no se invierten grandes sumas de dinero en campañas de cultura ciudadana, ya que esa labor está en manos de los estudiantes de último año de los colegios de bachillerato, quienes cumplen las horas de labor social educando a los ciudadanos en estos temas.

¿Qué ha llevado a este municipio dedicado a la siembra de café, la yuca, el tomate de árbol, la piscicultura y avicultura, y a la elaboración de exquisitos quesos a que haga una apuesta por el medioambiente?

Édgar de Jesús Sanguino Rodríguez, alcalde de esta población, dice que todo se ha logrado, porque se tiene claro que la basura también es un buen negocio. “Nuestra meta trasciende El Playón. Queremos reciclar y procesar los residuos de poblaciones cercanas, y por qué no, ayudarle a Bucaramanga a encontrar una solución”.

Postes, tubos y mangueras

A menos de cinco minutos del casco urbano de El Playón se encuentra la planta de tratamiento. Es allí donde a diario José López, coordinador del lugar, desarrolla su trabajo junto a 10 operarios más.

Es día de recolección. Sólo el plástico y los materiales que se pueden reciclar llegarán a la planta para ser procesados. Un camión cargado con cerca de seis toneladas de residuos, que fueron separados por los hombres recolectores y recicladores en El Playón, entran a la planta para iniciar el proceso.

Las botellas de plástico son separadas de las bolsas, los cartones y el vidrio. Cada material toma su rumbo y es dispuesto en las máquinas que lo procesarán. El primer turno es para las botellas de gaseosa, que son compactadas y almacenadas en medio de cartones, hasta formar una especie de colchón de plástico. Según José López, esto es vendido a varias empresas de Bucaramanga que se dedican a la fabricación de tubos. “Nosotros ya los imitamos con la ayuda del Sena”, añade.  

Le sigue el prensado del cartón, proceso que también realiza una máquina compactadora. Este material también es vendido en la capital santandereana. Llama la atención una pequeña máquina picadora de bolsas, que devora el plástico hasta hacerlo polvo. “De ese polvillo es que se sacan los postes para las cercas, que algunas fincas ya tienen”, comenta López.

De allí también derivan las mangueras para el riego, experimento en el que aún trabajan con varios ingenieros.

De lo reciclado solo quedan por fuera los pañales desechables y las toallas higiénicas que no se pueden reutilizar, pero que si se contara con un horno incinerador, se destruirían en la planta y no se tirarían al Carrasco, como lo hacen los playoneros.

“Nos falta ese horno, una lavadora y una máquina para procesar los residuos orgánicos. Creemos que con una inversión de 1.000 millones de pesos se completaría esta planta, incluso se ampliaría la infraestructura y se podrían procesar los residuos de algunos municipios cercanos como Rionegro, Suratá y La Esperanza (Cesar)”, comenta el alcalde, Édgar Sanguino.

El abono

En el lugar no existen los malos olores y mucho menos se ven trepados en los techos animales de carroña. Allí sólo existe cabida para los operarios que agitan los residuos orgánicos con las palas, que luego terminan siendo abono para los cultivos y jardines del pueblo.

Este es otro de los procesos que se adelantan en la planta de tratamiento. Luego de introducir en una banda deslizadora alimentos descompuestos, éstos caen a un tanque que los hace migas. Después, los operarios echan el material en el suelo, dentro de espacios delimitados con ladrillos. 

¿Qué ocurre con los lixiviados o aguas negras que se generan en esta parte del proceso? Para sorpresa de muchos nada escurre por el suelo del lugar, pues antes de verterlos y de mezclarlos con cal, melaza y algunas bacterias para que terminen siendo abono, los residuos se disponen sobre una gruesa capa de aserrín que absorbe la humedad.

A pesar de que el proceso puede tardar entre 15 días y un mes para conseguir el abono, los operarios lo adelantan sin preocupación. Por esto, es frecuente verlos con palas y escobas agitando los residuos. “Aquí nos falta la máquina procesadora, porque de todas formas, a pesar de que los operarios se cubren y usan la vestimenta adecuada para protegerse, la mezcla emana vapores que pueden perjudicar su salud”, afirma el coordinador.

Para terminar, el abono es pasado por una máquina cernidora que lo deja listo para ser vendido. “En el secado del abono a veces se van trozos de plásticos. Lo que hacemos con la máquina es limpiarlo. Claro que si tuviéramos la lavadora, ese plástico podría ser limpiado y entrar al proceso de reciclaje, pero como está sucio debemos enviarlo a El Carrasco”, expresa el Alcalde.

Por ahora, parte de este abono es vendido a campesinos de la zona. Sin embargo, Édgar de Jesús Sanguino asegura que ya tiene planeado en qué lo va a utilizar. “Tengo varios proyectos agropecuarios para los campesinos y esto incluye la entrega del abono para mejorar los suelos y los cultivos. La idea es entregarles un préstamo por 10 millones de pesos para que cultiven en una hectárea de sus fincas, pues muchos no tienen con qué invertir”, expresó el mandatario.

 “Si conseguimos apoyo de la Gobernación y la Cdmb con la compra de la maquinaria que nos hace falta, llevaremos a El Carrasco sólo el 15% de los residuos. Así podríamos dedicarnos más a crear empresa y a vincular más personal a la planta y dar empleo a muchas personas que lo necesitan”, concluye el Alcalde.

La planta de tratamiento de El Playón requiere tres máquinas para aprovechar el 90% de los residuos que recoge durante el proceso de recolección de basuras. Según el Alcalde de este municipio, se requieren $1.000 millones para la compra de esta maquinaria.

DATOS

* 10 operarios tiene la planta de tratamiento de El Playón. El proceso de recolección de basuras se realiza puerta a puerta. Dos días de la semana se dedican a la recolección de residuos orgánicos y otros dos para recoger objetos que se pueden reciclar.

* Durante la semana, en El Playón se recogen hasta 22 toneladas de residuos orgánicos en cada recorrido, que se utilizan para la fabricación de abono.

fuente vanguardia

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