AGRO 2.0

AGRO 2.0 CANADÁ: La receta de productores top de avena

Mayor producción en Canadá y problemas climáticos locales están cambiando la cara de un cultivo que venía con precios récords en los últimos años. Invertir en riego y en semillas, manejar bien los tiempos de siembra y cuidar el control de malezas están entre las recomendaciones.
Es uno de los cultivos de moda. En la temporada anterior se sembraron 126 mil hectáreas de avena. Y aunque aún no hay cifras finales de superficie para el año agrícola 2013-2014, las proyecciones del gobierno son que en la VIII Región subirá un 10%, mientras que en La Araucanía lo hará en 5,9%.
Una tendencia que nació hace un lustro, cuando las empresas molineras de la Región de La Araucanía comenzaron a exportar hojuelas de avena. La demanda centroamericana y caribeña, donde ese alimento es parte esencial de la dieta, permitió generar exportaciones anuales por más de US$ 250 millones anuales. De hecho, la avena es el principal producto exportado desde la IX Región.
Así, la temporada anterior el cultivo de la avena cumplió cuatro años en fila de buenos resultados para los agricultores. De hecho, en plena cosecha se pagaron $135 por kilo, un récord histórico. A eso se agrega que sus costos de producción son los menores entre los cultivos extensivos.
Por eso no extraña que tantos agricultores sureños hayan ingresado este año a la producción de avena.
El problema es que se encontraron con un escenario complejo: Canadá tuvo una producción más alta que en años anteriores, lo que obligó a los molinos chilenos a bajar el precio pagado a los agricultores. Así en esta cosecha el valor ronda los $90 el kilo.
A ese problema se agregó que durante diciembre penaron las lluvias en la zona sur, lo que está produciendo mermas en la producción. En el agro se habla de que las bajas rondarían casi un tercio del potencial productivo de este cereal.
Y, como si eso no bastara, este año los granos vienen más pequeños, y los primeros agricultores en cosechar afirman que hay un aumento en los rechazos por parte de los poderes compradores.
Es el aterrizaje forzoso de un rubro que parecía inmune a los avatares del resto del agro. Por lo mismo, es el momento ideal para ver qué estrategias productivas son las más exitosas y cuáles hay que evitar.
Períodos de vacas gordas en cuanto a precios tienden a esconder las ineficiencias. Por ejemplo, desde una densidad excesiva en la siembra, hasta un bajo uso de agroquímico en períodos claves, pasando por fechas poco adecuadas de siembra.
Por eso, conversamos con algunos de los productores top de avena para conocer de primera mano cuáles son las claves para lograr una buena producción y rentabilidad.
$90 por kilo están pagando los molinos ($135 llegaron a pagar en 2013). La baja se debe a la mayor producción de Canadá y al volumen récord de Chile en la temporada pasada.
 Abonar para el futuro
Heraldo Ojeda es el guardián de la frontera norte de la avena. En Chillán y sus alrededores sembró 400 hectáreas de ese cereal esta temporada, casi un cuarto de la superficie que maneja. Por su ubicación geográfica es uno de los primeros agricultores del país en partir con la cosecha. La semana pasada solo le restaba el 25 por ciento para terminar ese proceso.
Ojeda no se hace ilusiones respecto a una pronta recuperación de los precios de la avena. De hecho, cree que este año y el próximo serán complicados en cuanto a precios por el alto stock que se acumulará esta temporada.
“Los compradores externos saben que en Chile hay mucha avena. Quienes quieran hacer una guarda de ese producto no van a ganar mucho en cuanto a precios”, afirma el agricultor.
Por eso cree que hay que trabajar en forma urgente a nivel de campo para fortalecer la rentabilidad del negocio.
Cree que hay que mejorar el uso de semillas en la avena, optando por variedades certificadas, aunque cuesten un poco más. “Estamos hablando de que la producción no solo sube en cuatro quintales por hectárea, sino que se vuelve más segura. El beneficio de esa inversión es claro”, afirma Ojeda.
José Mouat, asesor de Avenatop, un poder comprador, afirma que los estudios indican que el 50 por ciento del éxito del cultivo de la avena se deben al uso de semillas de buena calidad.
Eso sí, Ojeda estima que debe hacerse un manejo más racional de la densidad de siembra. Algunos agricultores, por asegurar una cosecha más voluminosa, colocan hasta 200 kilos de semilla por hectárea.
Según la experiencia del productor chillanejo, ese nivel provoca una mayor competencia entre las plantas, lo que, a su vez repercute en granos más pequeños.
Finalmente, eso repercute en el castigo que recibe el precio de la avena cuando llega al molino, pues en la industrialización se usa un proceso de cernido, en que se limpia el grano, pero que implica perder a los de menor volumen.
De hecho, los mejores resultados los obtiene cuando coloca entre 110 a 130 kilos de semilla por hectárea, dependiendo de la variedad.
Otra área que para Heraldo Ojeda es vital, es la fertilización. Algunos productores acostumbran poner solo 35 unidades de fósforo y 50 unidades de nitrógeno por hectárea.
En cambio Ojeda coloca 110 unidades de fósforo y entre 140 a 150 unidades de nitrógeno por hectárea. Eso le permite cubrir las necesidades de la avena y, con el remanente, ir mejorando cada año la calidad del suelo y disminuyendo la brecha que existe entre los suelos de Chile y los de países de alta productividad en avena, como Francia y Alemania.
Con semillas certificadas la productividad sube cerca de 4 qq por ha.
Rápido contra la ballica
José Quintas es uno de los padres de la producción moderna de avena en Chile.
Su campo en Freire fue donde se hicieron los primeros ensayos del grupo de transferencia tecnológica de la Sociedad de Fomento de Temuco para acortar la altura de las plantas de ese cereal. Ese era un problema serio, pues usualmente alcanzaban los 1,2 metros y ante una ventisca o lluvia había altas posibilidades de que se tendiera, con lo que el grano se manchaba, lo que imposibilitaba el consumo humano. Quintas sugirió usar reguladores de crecimiento que en Europa se usaban en el trigo.
El resultado es que la caña de la avena se acortó en un tercio y se volvió más gruesa, por lo que se pudo usar más nitrógeno y aumentar la producción de granos por planta.
El agricultor de Freire cree que en los últimos años el estándar de producción en Chile ha mejorado a pasos agigantados.
De hecho, José Quintas estima que hay pocos factores importantes en los que se puedan dar saltos notables en productividad de la avena.
Preocupación post siembra
La principal variable por trabajar es la del control de malezas.
Quintas afirma que la aparición de ballica, una planta de la familia de las gramíneas puede reducir hasta en 50 por ciento la producción de avena. El problema es que existen muy pocas posibilidades de atacarla pues los agroquímicos que la controlan también afectan a la avena.
Por eso cree que es vital el barbecho químico antes de la siembra. Además es clave utilizar un agroquímico preemergente dentro de los diez días de la siembra.
Aunque el agricultor cree que es importante comprar semilla certificada, estima que la oferta de material genético podría ser mejor. Principalmente, echa de menos una mayor velocidad en la generación de nuevas variedades, que sí se da en el trigo, lo que podría permitir no descansar solo en dos variedades, como lo hace la mayoría de los productores de avena en Chile en la actualidad.
Aplicar barbecho químico y preemergente hasta diez días de la siembra es la única posibilidad de frenar la proliferación de la ballica en los cultivos de avena.
El riego es rentable
Mónica Gebert no se anda con chicas. El año pasado la propietaria del fundo Santa Carolina, ubicado en las cercanías de Quino, en la Región de La Araucanía, recibió el premio a la categoría “Pasión por el Campo” en el concurso El Campo del Año organizado por Anasac con el apoyo de Revista del Campo. Con una larga historia en el trigo, no ha dudado en expandirse a rubros como la menta y la avena. En este último cultivo sembró 180 hectáreas en esta temporada.
Está convencida de que las dificultades de esta temporada son “puntuales” y que la avena tiene un buen futuro, pues la demanda externa es fuerte. Y aprovecha de agregar que gracias a que buena parte de la producción de avena está sometida al régimen de agricultura de contrato, tiene un horizonte más estable.
Sin embargo, cree que hay varios elementos que mejorar en ese rubro. Uno de ellos es el bajo uso de riego tecnificado en la avena. Como en el resto de los cereales, lo que abunda es la producción en secano. El problema es que la avena requiere más agua que el trigo, especialmente en diciembre, el último mes antes de la cosecha.
La falta de lluvias en esta temporada hizo que la producción bajara en forma importante y que se presentarán más casos de granos con un tamaño menor al aceptado por los molinos, estándar que usualmente ronda los 6 milímetros.
Aunque afirma no estar muy convencida de los argumentos que postulan el calentamiento global, sí cree que hay que tener conciencia de que en el sur hay experiencias de años muy secos, como 1983 y 1999, incluso más complicados que esta temporada. Por eso está convencida de que debe aumentar el uso de riego tecnificado, como los pivotes. Una tarea nada de fácil, pues requiere un cambio de mirada respecto de la avena, pues se tiende asociar a costos bajos.
Hasta 40 por ciento de incremento
“En el largo plazo la inversión en riego se justifica plenamente”, afirma Gebert.
De hecho, esta temporada ella tiene 80 hectáreas de avena bajo riego. Esa superficie la ha logrado tanto con inversión propia como postulando a concursos fiscales.
Gebert estima que en el área regada la la producción es entre 20% y 40% más alta que en la de secano. Eso sin contar la mejor calidad de los granos.
Otro punto importante para la dueña del fundo Santa Carolina es una adecuada fecha de siembra. “Hay que sembrar temprano, así la planta puede absorber más agua y enfrentar de mejor forma un posible déficit en la primavera”, afirma.
Un argumento que es compartido por Juan Carlos García, profesor de Agronomía de la Universidad de la Frontera. Según el investigador, estudios realizados en Perquenco, Gorbea y Maquehue han demostrado que en ciertas áreas hay una pérdida de cerca de 10 quintales por hectárea por cada mes de atraso en la siembra.
Adicionalmente, Mónica Gebert menciona que esta temporada dejó claro que es importante diversificar la producción. Los agricultores que apostaron muy fuerte a la avena, atraídos por los altos precios de la temporada anterior pagarán el costo de esa decisión.
Incluso dentro de la misma producción de avena, Gebert cree que es bueno tener más de una carta y sembrar distintas variedades, pues cada una reacciona en forma particular a los eventos de la temporada.

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