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La necesidad de diferenciarse con la competencia en temas de calidad, ambiente, salud y seguridad, está impulsando a las instituciones a adoptar distintas certificaciones como las ISO, un grupo de normas internacionales que avalan los procesos de la actividad productiva.

Un ejemplo es Acromax, laboratorio farmacéutico que a fines de este mes irá tras su tercera carta de presentación al obtener la norma 18001 que garantizará sus procesos de producción en temas de seguridad y salud. Antes, obtuvo el ISO 9001 que certifica la buena calidad de sus fármacos y el 14001, que se refiere al compromiso con el medio ambiente.

El Organismo de Acreditación de Ecuador (OAE) que da aval a 5 certificadoras en el país, no registra estadísticas oficiales, pero expertos estiman que al menos unas 2.000 compañías (de 467.302 que existen a nivel nacional, según el Censo Económico) cuentan con alguna de las normas que fueron creadas por la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés), que tiene adscritos a más de 100 países, entre ellos Ecuador.

Sin embargo, el proceso de adopción de reglas ha sido lento en el país, sobre todo porque no existe ley que obligue su aplicación. Así lo explica Katalina Correa, quien lleva 14 años dirigiendo la firma francesa Bureau Veritas, una de las más grandes del país. “Aquí nunca ha sido mandatario tener una normativa, a diferencia de lo que sucede en otros países como Colombia. Por eso allí el número de compañías certificadas podría llegar a las 15 mil”, afirma.

Por exigencia internacional, las empresas petroleras fueron las primeras firmas en sacar las ISO en Ecuador. Pero lo que permitió que la aplicación tome fuerza-añade Correa- fue la crisis económica del 1999, que hizo que las sociedades vieran a las normas como alternativa para resurgir y conquistar mercados.

Para Christian Broos, experto en temas de calidad, la demanda hoy en día se reactiva, pues cada vez existe mayor conciencia de que tener una ISO es sinónimo de confiabilidad. “Cuando se convoca a una licitación, incluso con el Estado, ocurre que uno de los principales requisitos es la certificación”, señala.

Eso, menciona, se registra en todos los sectores. “Hay hoteles como el Oro Verde que están certificados, colegios como el Ecomundo y otras instituciones como la Cámara de Comercio de Guayaquil, que hace poco obtuvo su ISO 9001″.

Lorena Calamarco, jefa de Calidad de Acromax, asegura que la inversión realizada para obtener la ISO 9001 se dio “pensando en el mejoramiento de la calidad de sus productos para lograr mayor satisfacción de los clientes que cada vez se vuelven más exigentes”.

Las ISO 9001 representan el 80% de la demanda, debido a la simplificación de la adopción y a su costo. “La inversión para cumplir con la parte legal en temas de seguridad y medio ambiente es bastante compleja”, señala Broos. Otro tipo de normas que también se aplican es la ISO 14001 (ambiental); la 22000 (de alimentos) y la 26000 (de responsabilidad).

Todas ellas constan en la carpeta de certificaciones de la Cervecería Nacional, donde anualmente se invierten unos $ 60 mil para mantener sus certificaciones. Esa práctica la llevan desde el año 2000, “para asegurar el control de nuestros procesos, evitar riesgos en nuestros colaboradores, asegurar la calidad con el menor impacto al medio ambiente”, dice Manuel Tobar, director de Manufactura. En promedio, una empresa mediana gasta en determinada norma cerca de $ 18 mil. Una grande de $ 25 mil a $ 30 mil.

Lisbeth Zumba R

Fuente: Expreso – Elproductor.com

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