El Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, ha presentado la Estrategia Más alimento, menos desperdicio, que tiene como objetivo limitar las pérdidas y el desperdicio de alimentos. Arias Cañete ha explicado las cinco grandes áreas de actuación en las que se basará el desarrollo de esta Estrategia impulsada por el Departamento.
Una iniciativa, ha señalado el Ministro, destinada a “fomentar la transparencia, el diálogo y la coordinación entre los agentes de la cadena alimentaria y las Administraciones públicas y a desarrollar de forma coordinada, actuaciones que contribuyan a impulsar un cambio de actitudes, sistemas de trabajo y de gestión que permita limitar el desperdicio y reducir las presiones ambientales”.
Arias Cañete ha reconocido que la Estrategia se enfrenta a un gran reto como es “lograr la participación de todos los sectores de la sociedad”, involucrando en su elaboración y en su puesta en práctica a las Administraciones Públicas, empresas y operadores relacionados con la cadena alimentaria, así como asociaciones y la sociedad en su conjunto.
Para lograr la meta propuesta, el Ministro ha anunciado la puesta en marcha de cinco grandes áreas de actuación, definidas junto con el sector, que se centrarán en los ámbitos del conocimiento del problema, el establecimiento de buenas prácticas, su difusión y promoción, los aspectos normativos que pueden afectarle, la colaboración con otros agentes, y el fomento y desarrollo de nuevas tecnologías que ayuden a minimizar el problema.
La Estrategia Más alimento, menos desperdicio, viene a dar cumplimiento al compromiso adoptado por Arias Cañete en sede parlamentaria y a los objetivos marcados por el Parlamento Europeo que conllevaba la solicitud a todos los Estados Miembros para elaborar un Plan de Acción contra el desperdicio de alimentos para 2013.
En la producción, como consecuencia de la no recolección por motivos económicos, las mermas en la calidad por fenómenos meteorológicos adversos o por un exceso de producción. En la gestión y almacenamiento, las pérdidas pueden deberse a la rotura de la cadena de frío o en el transporte, sin olvidar lo desechado por su apariencia.
En la transformación, por un tamaño o envasado poco adecuado, así como por los desechos propios de las operaciones industriales. En la fase de distribución, por el deterioro y problemas en la manipulación o, cadena de frío, así como por estrategias comerciales inadecuadas y la problemática ligada a las fechas de caducidad y consumo preferente.
Finalmente, en el consumo en hogares, por la gestión inadecuada de compra y consumo, o la confusión sobre las fechas, mientras que en la restauración las pérdidas se dan tanto en las cocinas, por dificultad de previsión de la demanda o la gestión ineficiente de la compra de alimentos, como en sala por cantidades grandes de las raciones o modelos de libre servicio, como los buffet.
La Comisión estima que en Europa se pierden o desperdician al año 89 millones de toneladas de alimentos, lo que significa 179 kilos por habitante. Es decir: cada año, entre un 30% y un 50% de los alimentos sanos y comestibles se convierte en residuos.
El mayor desperdicio se produce en los hogares, el 42%, y en los procesos de fabricación, un 39%. No obstante, en este segundo caso, las pérdidas son, en gran parte, inevitables, ya que son debidas a la obtención de subproductos que no forman parte del alimento final.
En este contexto, España es el sexto país que más comida desperdicia de Europa tras Alemania (10,3 t), Holanda (9,4 t) Francia (9 t) Polonia (8,9 t) e Italia (8,8 t).
Fuente: eurocarne
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