AGRO 2.0

AGRO 2.0 CHILE: María Teresa Irarrázaval: de ejecutiva a apicultora

CHILE Renunció a un importante cargo para Chile y América Latina en una empresa de seguros para dedicarse al campo y a la producción de abejas. A pesar de no tener conocimientos técnicos, en tres años formó -junto a su socia- un criadero que ya produce cinco mil reinas al año.
Parece una de esas historias que solo ocurren en una pantalla, pero esta es la de una chilena, publicista de profesión, que todos los días partía temprano desde su casa en Pirque hasta su oficina en una transnacional de seguros, en Providencia. Allí, como subgerente de comunicaciones para Chile y Latinoamérica, se sumergía en reuniones, conferencias telefónicas y, de vez en cuando, viajes de trabajo. Estaba habituada a la formalidad y a la presión profesional. Mal que mal trabajaba desde los 18 años, mientras estudiaba. 
Sin embargo, al acercarse a los 50 sintió que necesitaba reinventarse, pese a que no tenía claro qué hacer. Entonces renunció, con la idea de tomarse un año sabático y analizar distintos caminos.
Su marido, Tomás Figueroa, la apoyó, pero le dijo que ese año dedicado a meditar el futuro no le iba a resultar: “Estás loca, tú eres híper ventilada. Esto no te va a durar más de dos meses”, fue el comentario. La conocía bien.
A los tres meses, María Teresa ya estaba administrando la producción de nogales que tenía Tomás en la parcela, donde viven desde que se casaron.
Primero se hizo cargo de la cosecha y casi simultáneamente empezó a prestar servicio de secado a los vecinos. Entonces descubrió que en su producción no todo marchaba como debía.
“Llegó uno de ellos, y el tamaño de sus nueces era el doble de las mías. Eran grandes, blancas, maravillosas… Al ver eso, lo primero que hice fue cortar todos mis árboles para injertarlos. Esa fue mi primera decisión”, recuerda.
A partir de ahí no paró. Injertó, replantó y su producción comenzó a mejorar. Y en el camino encontró las abejas.
Al igual que los nogales, las primeras colmenas las inició Tomás, aunque solo como hobby. Pero María Teresa no pudo evitar poner en acción su espíritu ejecutivo y de gestión, y decidió que, al igual que como lo estaba haciendo con los nogales, en lo apícola necesitaba mejorar. En el camino, el hobby de su marido se transformó en su pasión y se ha convertido en un rubro que cada vez adquiere más potencial.
doce reinas madre
No usa guantes ni se protege la cabeza para meter mano en las colmenas. Dice que está acostumbrada a que la piquen unas veinte abejas al día y que, desde que comenzó a trabajar con ellas, en 2009, no ha vuelto a resfriarse o a tener alguna enfermedad.
Las toma con familiaridad y cuidado, siempre por el torso, y las mira con cariño.
“Es muy linda esa reina”, dice cuando destapa una de las colmenas donde mantiene su mayor tesoro, las doce abejas “madre” -de raza cárnica- que importó desde Austria para formar el criadero. La que observa tiene la cabeza marcada con un círculo rojo, para indicar su edad, que es de dos años.
Así como en una mujer la belleza se puede asociar con el pelo, el peso o la piel, en estas reinas el concepto tiene que ver con que sea grande, dorada, que tenga sus patas y sus alas sanas. También con su edad, ya que se relaciona con la fertilidad. Claro que en una abeja reina cada año la capacidad de poner huevos -la única función que realiza en su vida- disminuye 30%.
La historia familiar y genética también es clave. Lo usual en Chile es que sean de origen italiano o canadiense, cuyas madres fueron ingresadas al país hace muchos años. Las “madres” de María Teresa -la base de su empresa, Apícola de Pirque- provienen del criadero austríaco especializado Dallhammer, que cuenta con certificación y genética controlada.
“Con estas madres aseguras, además de la pureza de la raza, una mayor producción de miel y más higiene en la colmena, menos agresividad y menos inquietud de las abejas durante el trabajo”, explica.
Como las reinas madre son la clave para obtener abejas de primer nivel, no les exige lo mismo que a una reina común, sino que trabajan al 40% de su capacidad de poner huevos, con lo que obtienen solo las larvas que necesitan y les extienden la vida hasta los 5 años. En invierno, además, las cuidan “como hueso santo” para que sobrevivan sin problemas al frío, que en Pirque puede ser intenso.
Cada semana, María Teresa saca, con una pinza especial, cerca de 600 larvas que deposita en cúpulas plásticas donde seguirán madurando (ver foto), al interior de una incubadora climatizada -que en su caso es un refrigerador especialmente adaptado- para pasar luego a manos de las abejas nodrizas o criadoras, que no tienen reina y tratan a cada una de esas cápsulas como si lo fueran, alimentándolas con jalea real.
Un punto de cuidado es que no puede haber dos coronas en una colmena. Así funciona el mundo de las abejas. Por ello, la primera que nace mata a las otras. Para evitarlo, María Teresa está atenta, las saca antes de nacer y las lleva a los fecundadores, las cajas donde nacen, hacen su vuelo nupcial y, más tarde, pondrán sus huevos. De ahí no volverán a salir.
Una dupla exitosa
El proceso de criar a las reinas y multiplicarlas, igual al de cualquier otra empresa, requiere profesionalismo y experiencia, pues cualquier mala decisión puede implicar muertes o menor calidad de los insectos, con las consiguientes pérdidas de inversión y tiempo.
Como al partir no sabía nada, María Teresa Irarrázaval se ha especializado con cursos en Francia -este año hizo uno con el experto Gilles Fert- y se asesora constantemente para que cada paso sea el adecuado.
Para cuidar el aspecto más técnico, su socia y brazo derecho es la bióloga Pamela Rodríguez, quien tiene más de 20 años de experiencia en la crianza de reinas.
“Es mi partner, me inició en el mundo de las abejas, y se lo agradezco todos los días. Ella me vende todo lo que produzco, hace clases de capacitación aquí en el campo y ha preparado a mi gente”, cuenta María Teresa.
Dice que han logrado una combinación exitosa y que han aprendido juntas. Sobre su socia, Pamela destaca que “es súper ordenada y organizada, lo que para el tema de la crianza de reinas es vital, porque si no, no funciona. Programamos todo el año y eso ha sido súper bueno, porque un desorden implica grandes pérdidas”.
María Teresa Irarrázaval, aunque ahora está en el campo, sigue teniendo una mentalidad ejecutiva, porque aporta en temas de organización, flujos de caja y medición de los resultados, mientras que Pamela entrega el know how del manejo de los insectos.
Pese a esta mezcla de habilidades y conocimientos, lo que la sorprende es la exigencia que le ha traído este nuevo rubro -”trabajo mucho más aquí que antes”, dice- y el haberse visto obligada a bajar las revoluciones, no por condiciones de sus clientes o de su socia, sino por las abejas.
“Al principio sentía angustia porque soy sumamente cumplidora y las reinas funcionan, básicamente, con reservas. Por mucho que hagas un plan estricto, ellas tienen su ritmo, y yo tuve que aprender a adaptarme a él. Todo mi cuento estructurado y ordenado… Bueno, ellas me han enseñado a bajarlo un poco”, relata con entusiasmo.
Creciendo al 50%
Entre fines de agosto y comienzos de marzo es el período de mayor movimiento en la Apícola de Pirque. En esos meses crían a las reinas -que sumarán unas 5 mil esta temporada- con un ciclo que dura unos 22 días, entre obtener el huevo y encontrar a la reina dentro de las cajas (los fecundadores), para apartarlas junto a cinco nodrizas en cajas plásticas con alimento para unos diez días, hasta llegar a habitar la colmena de los clientes.
La mayoría de las empresas locales que producen reinas esperan 14 días para apartarlas. María Teresa espera 19 días, porque así tiene la certeza de que la reina está lista para poner huevos.
La venta de estos insectos, que en su mayoría se destinan a la producción de miel, es su principal negocio . Cada uno de ellos cuesta en torno a $6.800 en el mercado local y, desde que comenzaron en 2010, han venido creciendo 50% anual.
También venden miel -en la temporada pasada la vendieron a un exportador- y prestan servicios de polinización a agricultores de distintos rubros, como los cerezos y las viñas. Como un proceso de mejora continua que intenta implementar María Teresa Irarrázaval, cada vez que presta estos servicios, pide que los evalúen. Dice que esa práctica, nada de común en el sector apícola, la trae de su experiencia en el área de seguros y que le sirve para mejorar y tener una carta de presentación ante nuevos clientes.
Todas estas medidas no son al azar ni una manía personal. Hay una estrategia ambiciosa detrás, que es transformar al criadero en el líder del país en producción de abejas reina y, más aún, convertirlo en un referente internacional.
Por ello, su próximo paso es comenzar a exportar reinas a Francia a fines de esta temporada, con una partida de 600 reinas. Y el siguiente proyecto, de mayor plazo, es aspirar a certificar el criadero, como ocurre en Austria, donde hay áreas reservadas para las abejas cárnicas, donde no pueden entrar otras razas.
“Eso es a lo que yo quiero aspirar con mi criadero, pero no es fácil. Nada ha sido fácil al formar todas estas abejas”, asegura. Las exigencias para triunfarDisminución de las abejas: Cree que, en el caso de Chile, más allá de los factores que pueden estar contribuyendo a la disminución de las colmenas, como enfermedades o abuso de pesticidas, el problema central es el “síndrome del apicultor ausente”, que define como el no llevar las abejas como un negocio, con todos los cuidados que implican. “Estos insectos no son silvestres, y hay que cuidarlos”, dice.
Controles de sanidad: Pese a que la temporada fuerte va de septiembre a marzo, en los otros seis meses del año las abejas no se descuidan, y se les debe aplicar tratamientos sanitarios. “Tenemos un plan sumamente estricto, porque no podemos tener problemas de sanidad; incluso realizamos tratamientos preventivos”, explica.
Capacitación: Partió sin tener conocimientos sobre las abejas y reconoce como fundamental el capacitarse constantemente y aprender de las experiencias de otros apicultores. “Siempre uno aprende tips, cosas distintas, compartes con otra persona, y te sirve para valorar lo que tienes y para aprender”, asegura

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