AGRO 2.0

Por: Gustavo Tobón Londoño.

Agosto 15 de 2008

La Contraloría General de la Nación dedicó el más reciente número de su revista ‘Economía colombiana’ a la necesidad de una política ambiental consistente, sostenible y clara. Por su elevado nivel académico es costumbre presentarla en foros universitarios y en esta ocasión le correspondió el turno a la Universidad Javeriana de Bogotá.

El tema no es un asunto de menor cuantía. Desde hace años existe una preocupación justificada sobre el medio ambiente, la calidad del aire, el daño a la capa de ozono, el envenenamiento de las fuentes de agua y la posible escasez de este precioso bien público.

Sobre la destrucción incontrolada de los bosques, que son fábricas de agua, sobre la erosión que avanza sin detenerse, el abuso en el cultivo de la tierra y el exceso en el uso de químicos y fertilizantes. Esa preocupación llevó a que en el año 2000 la Asamblea General de las Naciones Unidas declarara como uno de los objetivos del milenio “garantizar la sostenibilidad ambiental”. En este contexto se debe entender el documento.

El profesor Germán Poveda Jaramillo, de la Universidad Nacional, enfatizó en la conclusión de un panel internacional que estableció “con un 99% de certeza, que las actividades humanas han causado el calentamiento global”.

A esto no se le puede sacar el cuerpo. La humanidad es la causante del daño y es ella misma la que debe buscar cómo repararlo. No podemos continuar dilapidando y destruyendo lo que nos fue dado para vivir mejor. Las generaciones futuras, las que aún no llegan, tienen derecho a un mundo menos contaminado y nosotros la obligación de dárselo.

El profesor Poveda cita estudios de expertos que han detectado la pérdida irremediable de nuestros glaciares y nevados. Están retrocediendo. La Sierra Nevada de Santa Marta ha perdido el 42%. La del Cocuy desaparecerá completamente en el 2021 y a los demás nevados les puede ocurrir lo mismo. Los Andes, donde vivimos, “son el sitio más crítico del planeta en términos de pérdida de biodiversidad”. Las políticas económicas que buscan sólo el crecimiento, no tienen en cuenta el medio ambiente. Se crece, pero se daña y los gobiernos ni se pellizcan. Por eso el autor propone con mucho sentido una “revolución ambiental en la cual lo económico no condicione lo ambiental, sino al contrario”.

El agua no sólo se malgasta. Estamos acabando con los ríos. El río Bogotá, por ejemplo, no tiene oxígeno ni vida. Y en nuestros pueblos los ríos son cloacas donde van a parar los desechos y las basuras. ¿Qué hacen los alcaldes y los políticos? Nada o muy poco. Deben revisarse las tarifas que se cobran por su uso y castigar a los culpables de ese delito ecológico.

Otro tema de debate es el empleo de biocombustibles como fuente alternativa de energía. En un país donde hay tanta gente con hambre, ¿se debe ampliar la frontera agrícola para producir combustibles y no alimentos? ¿Qué deben hacer las corporaciones regionales?

El panorama es preocupante y no podemos ignorarlo. Esto no está ocurriendo a nuestras espaldas. Por eso, en todos los municipios deben celebrarse foros que promuevan la conciencia colectiva para defender el medio ambiente. Es una tarea prioritaria.

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Comentario por MR JESUS MARIA HURTADO ROA el agosto 15, 2008 a las 5:03pm

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