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Alimentos terapéuticos listos para usar: innovación contra el hambre

Desde 1990 los "alimentos terapéuticos listos para usar" se han convertido en la solución más habitual para hacer frente a las crisis alimentarias. Un estudio, con participación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), analiza los factores que facilitaron la invención y difusión de estos alimentos como ejemplo de innovación en la lucha contra el hambre.

Los "alimentos terapéuticos listos para usar" se han convertido en la solución más habitual para hacer frente a las crisis alimentarias - Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

Los alimentos terapéuticos listos para usar no necesitan mezclarse con agua y pueden almacenarse durante dos años sin que pierdan sus propiedades
Un trabajo publicado en la revista Technological Forecasting and Social Change aplica la teoría sociológica de difusión de innovaciones al caso concreto de los alimentos terapéuticos listos para usar. Basado en un trabajo de campo en Etiopía, analiza las barreras que todavía obstaculizan la difusión de estos alimentos y alerta sobre los riesgos de que se confieran derechos de propiedad intelectual a las innovaciones en la lucha contra el hambre.

Los autores —José Guimón, experto en innovación y desarrollo económico y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y Pablo Guimón, Periodista del diario El País— concluyen que la innovación en la lucha contra el hambre debe ser más inclusiva: “Debe contar en mayor medida con la participación de actores locales, incluyendo a gobiernos, empresas y otras organizaciones, de forma que aumente su participación no solo en la ejecución de los programas de lucha contra el hambre sino también en los procesos productivos y los esfuerzos innovadores”.

Los alimentos terapéuticos listos para usar comenzaron a producirse y comercializarse en masa a finales de la década de 1990 por la empresa francesa Nutriset, en paquetes mono-dosis compuestos de crema de cacahuetes mezclada con un complejo vitamínico.

Desde entonces, estos alimentos se han convertido en la solución más habitual para hacer frente a crisis alimentarias, habiendo sido utilizados en muchos países, como por ejemplo en los últimos episodios de hambruna en Somalia y Haití. También se han expandido las redes productivas, con la entrada de nuevas empresas y el traslado de parte de la producción a países en desarrollo.

Antes, para combatir la malnutrición severa, se utilizaban fundamentalmente productos lácteos en polvo que debían mezclarse con agua. Se necesitaba agua potable, energía para calentarla, utensilios limpios y una elevada precisión en la mezcla que, una vez realizada, sólo mantenía sus propiedades durante unas horas. De ahí la necesidad de tratamiento hospitalario, cuyos inconvenientes son la limitada capacidad de los hospitales en los países pobres, el riesgo de epidemias y el hecho de que la madre debía permanecer en el hospital con el hijo malnutrido, de manera que no podía cuidar del resto de sus hijos en casa.

Por el contrario, los alimentos terapéuticos listos para usar no necesitan mezclarse con agua y pueden almacenarse durante dos años sin que pierdan sus propiedades. Su gran virtud es que permiten el tratamiento ambulatorio utilizando protocolos de diagnóstico y seguimiento más sencillos. Son también una tecnología más apropiada porque su proceso de producción es menos complejo, lo cual ha permitido trasladar parte de la producción a países en desarrollo, contribuyendo de esta forma a la economía local y a dotar a los países afectados de mayor autonomía para responder a crisis nutricionales.

Fuente: Universia España
 

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