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Durante los últimos años hemos conocido el desarrollo de sensores y otros dispositivos para conocer la composición química de los alimentos, detectar su grado de deterioro, la calidad que tienen, para detectar la presencia de antibióticos en los alimentos de origen animal, etc. Cada vez aparecen más aparatos que persiguen ofrecer rápidamente datos precisos a los consumidores sobre todo tipo de parámetros relacionados con los alimentos.

Hoy conocemos una investigación desarrollada por expertos de la Universidad de Leicester (Reino Unido), con el objetivo de desarrollar un sensor para medir el grado de maduración de la fruta, concretamente del mango, fruta tropical de sabor dulce y pulpa carnosa que gusta mucho en el Reino Unido, de hecho, ese país importa nada menos que más de 60.000 toneladas de mango al año.

Dado que el mercado del mango tiene una actividad frenética, se propone el uso de un sensor que permita a todos los operadores de la cadena saber si el mango está en su punto óptimo de maduración sin tener que probarlo. Por primera vez se ha logrado identificar el modo de “olfatear” el grado de maduración de esta fruta en tiempo real a través de una firma química única que está asociada al proceso de maduración.

La nariz electrónica para medir el grado de maduración del mango tiene la capacidad de realizar rápidamente un análisis de los compuestos volátiles que desprende esta fruta, identificando el aumento de los compuestos de éster en el caso de que el mango esté demasiado maduro. En las pruebas realizadas se han utilizado las variedades comerciales de mango que se pueden encontrar en los supermercados del Reino Unido y en tiempo real se pudo saber si los mangos estaban en su punto óptimo de maduración o habían empezado a degradarse ligeramente.

Esto nos recuerda al sistema en el que trabajaban investigadores de Ingeniería de Sistemas de Producción Agroganaderos del ceiA3, con el que se podía conocer la calidad de las frutas de forma fiable en cuestión de segundos, utilizando rayos infrarrojos. Claro, que en este caso el sistema es mucho más complejo, la técnica se basa en el estudio de la interacción entre la materia y la radiación electromagnética, con absorción o emisión de energía radiante. La fruta en cuestión se expone a las emisiones de infrarrojos y un software se encarga de realizar los análisis para mostrar los resultados basados en la capacidad de absorción de los haces de luz (energía), que depende de la composición interna de la fruta en cuestión.

Los expertos del Reino Unido hablan de la posibilidad de que todo el mundo pueda saber si los mangos están en su punto óptimo de maduración, aunque no muchas personas, sobre todo consumidores, estarían interesadas en un sensor cuyo cometido es evaluar la madurez de una única fruta, los más interesados serían quienes comercian con esta fruta. Pero este es sólo un primer paso, ya que en un futuro podría ser posible desarrollar un sensor o nariz electrónica portátil capaz de evaluar el grado de maduración de cualquier tipo de fruta, al menos así lo considera el Profesor Monks, principal responsable de esta investigación.

La medición de las propiedades químicas para evaluar la maduración de la fruta es una ventaja, ya que pueden estar directamente relacionados con la calidad y momento óptimo de consumo. Con este sistema ya no será necesario recurrir a los métodos invasivos, es decir, pelar el fruto y probarlo. Ahora los expertos buscan inversores que estén interesados en la investigación y desarrollo de un sensor capaz de evaluar el grado de maduración de cualquier fruta, esto sí sería algo de interés general, permitiría ir a la frutería y con la ayuda del sensor se podría conocer exactamente el grado de maduración de las frutas.

 

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